lunes, 8 de octubre de 2012
1 COMENTARIO
Un
mes después de que Mario Vargas Llosa ganó el Nobel de literatura, es decir, en
noviembre de 2010, se abrieron las puertas del espacio cultural Estación Libro
Abierto. Con el afán de multiplicar el interés por la difusión de la lectura,
el impulso que tuvieron Cecilia Ansaldo, María Mercedes Vélez, Rommy Moeller y
Andrea Nader ha ido evolucionando en estos dos años. Desde el primer curso,
justamente acerca del laureado escritor peruano, hasta el día de hoy en que
están organizando su primer concurso de cuento. A continuación, una entrevista con la crítica literaria Cecilia Ansaldo sobre el espacio cultural que dirige.
-¿Cuál es el origen de
este espacio? ¿Han logrado su propósito?
Tuvimos
un impulso de fundar un espacio cultural en este sector, que para entonces no
tenia sino iniciativas institucionales por las artes plásticas y nada más. En
estos 2 años, se ha hecho lo que se propuso: dar talleres en el ámbito de la
literatura y el cine. Este año nos hemos abierto al tema filosofía; esas son
las 3 áreas en las que trabajamos. Además, nos hemos ampliado a hacer
presentaciones de libros, conversatorios con escritores, en este año hemos
hecho nuestra primera convocatoria a un concurso de cuento literario, estamos
imprimiendo un boletín informativo que va a salir en noviembre y queremos
mantenerlo con una periodicidad aun no definida.
-¿Por qué hacerlo en
Samborondón, fue pensando en ese nicho que faltaba por cubrir?
Porque
en la Guayaquil ya hay otros espacios, los clubes de libros proliferan por toda
la ciudad. Este era un nicho intocado en materia literaria por entonces. En
este momento estamos tan problematizados en tránsito, en agenda personal y
tiempo que pienso que la gran mayora de personas aspira a tener sus
preferencias en actividad cultural mucho más cercanas. Creo que Samborondón se
ha ido multiplicando, con sitios como No Mínimo, Tinta Café, y la galería de Patricia
Meier.
-¿Cómo está compuesto
su público?
Fundamentalemente
recibimos a mujeres, en ese perfil de madres de familia jóvenes que han tomado
la decisión de postergar su carrera profesional por dedicarse a sus hijos. Muchas
de ellas son muy preparadas, tienen carreras universitarias y maestrías, pero están
en ese periodo de educar y de estar más cerca de su familia. Justamente debido
a eso están ávidas por atender una demanda habitual en ellas: el consumo sistemático
de un producto cultural.
-¿Han pensado en abrir
otros espacios, tal vez dentro de Guayaquil?
No,
esa meta no está entre nuestros planes, hay que fortalecer lo que tenemos, por
ejemplo, en hacer una oferta más diversificada de cursos. Nos gustaría tener arte,
fotografía, el campo computacional. Yo tengo una ambición personal, por qué no
Ediciones Libro Abierto, un empuje para quienes no encuentren una posibilidad
de publicación, y posean una obra literaria meritoria.
-En los talleres ¿hay
una línea definida de autores?
Estoy
trabajando con narrativa contemporánea siquiera hace 3 años, partiendo desde el
siglo XX he ido avanzando y voy incluyendo esa clase de literatura que no se
leería a solas, esa novela desafiante y experimental que exige una lectura más
atenta y racionalizada. Faulkner, por ejemplo. Hay otros cursos de diseño más
concreto, de 8 a 10 sesiones, con temas más concentrados. Por ejemplo, Vargas
Llosa con La Fiesta del chivo, o el que
inauguramos hace poco de García Márquez, con 2 cuentos y la novela Cien años de soledad.
-¿Cómo es la
metodología de los talleres?
Es
más académica, lo que hago es una orientación para captar primero los elementos
formales de la lectura, creando hábitos de observación; luego hago ver los
puntos de significación más complejos o más escondidos.
-¿Podría decirse que el
concurso de cuento enlaza directamente con su ambición editorial?
Así
es, tal vez permita descubrir gente callada de cara a la comunidad, nuevos
valores. Esos escritores podrían tener oportunidades de publicación ya que ganar
un concurso focaliza la mirada y le pone firmeza a una vocación, eso se busca.
-En cuanto a los conversatorios
realizados, ¿cree que debe romperse la barrera entre escritor y lector?
Hemos
recibido a los últimos premios Alfaguara: Juan Gabriel Vásquez y Leopoldo
Brizuela. Hemos podido acceder a testimonios de escritura y de concepción de
obras en concreto. También estuvieron aquí Leonardo valencia, Fernando Balseca, Marcelo Báez.
Romper esa barrera es completamente importante, hoy la obra no es solamente un objeto
parado en una repisa, la obra está ligada a un ser humano; lo ratifico en todas
mis conversaciones, el conocer al autor, ligar a una persona de carne y hueso
con un producto literario motiva enormemente al lector, multiplicando su
interés y curiosidad.
-Se suele decir que
los talleres o clubes de lectura son grupos de autoayuda
Me
parece un criterio agresivo y descalificador, la mayoría de los clubes están
integrados por gente a la que le gusta leer. Y están leyendo desde su infancia,
en desorden y con elecciones propias pero leyendo siempre. Lo que he visto que
han hecho los clubes es conseguir el espacio del intercambio, a veces son conversaciones
desordenadas, hay falta de sistematicidad y abordan impresiones personalistas.
Pero ocurre que en los últimos años ya no funcionan así, hacen la elección de
un coordinador especialista en literatura. Invitan a escritores para orientar
lecturas especificas. Creo que debe haber de todo según experiencia y tiempo.
La aproximación a los libros siempre dejan huellas y es preferible eso a
reunirse por cualquier otro motivo.
¿Son lugares para
personas desocupadas?
Falso,
algunos habrá tal vez, no los conozco a todos, de los que conozco te puedo
decir cuán en serio se toman su trabajo.
-¿Podría decirse que en
Estación Libro Abierto están en contra de la lectura como pasatiempo?
No
puedo entrar de una manera tan tenaz en la vida de las personas. Quisiera que
adquieran la destreza de no dejarse engañar por el libro fácil o el bestseller,
que tanto se ponen de moda. Que lean lo que quieran leer pero sin engañarse.
-¿Qué hacer para no
quedarse en lo superficial?
Creo
que el mayor esfuerzo es mantenernos activas con firmeza, esa es una meta.
Guayaquil está signada por iniciativas culturales que se mueren en el camino,
ya sean revistas o grupos, lo sabemos todos. Queremos también diversificar la
oferta. No podemos convertirnos en academia, tampoco, esa no es la intención,
queremos sacarle partido a la lectura, y lo estamos consiguiendo
-¿Cuál es la
diferencia de la Estación con otros espacios más light? ¿Estos últimos son importantes de alguna manera?
Por
la dedicación del tiempo, no es lo mismo una cita mensual a una semanal y sistemática
con esquema previo de análisis. Yo creo que sí son importantes, la lectura cada
vez tiene menos adeptos, a lo mejor se venden muchos libros pero eso no asegura
que se lean. Conseguir que se lea en un medio poco habituado a ello es un
esfuerzo enorme. Yo vengo de un lema que dice que es mejor leer cualquier cosa
a no leer nada. Si contamos con una sociedad absolutamente distanciada del
libro, en cualquier formato, no vamos a conseguir nada.
-En ese sentido, ¿es
importante que haya una feria del libro en la ciudad? ¿por qué no fortalecer la
de Quito, por ejemplo?
Debe
haber una feria del libro en cada ciudad, aunque sus alcances sean limitados,
hay que seguirlas haciendo. Pero si seguimos insistiendo en la memoria y la identidad
no se van a conseguir adhesiones masivas, estamos muy anticuados en oferta de
ferias. Hablar 30 años de Sicoseo, una revista de un solo numero, estamos
locos. Hay que definirse, ¿queremos la noticia internacional o que nuestros
ciudadanos vayan a mirar aunque sea la portada de los libros?
-¿Y qué hay de la feria
organizada por el Municipio?
La
feria del Municipio está empecinada en repetir errores, soy enormemente crítica
con esa feria,a pesar de que estuve en las reuniones de las primeras
convocatorias y colaboré intensamente en los 3 o 4 primeros años. Pero cuando
vi que está conducida por un señor con unas anteojeras inamovibles sobre lo que
él quiere hacer y que nunca más escuchó ni un consejo ni una crítica, yo me
distancié. De la del Ministerio de Cultura tengo entendido que no les fue muy
bien el año pasado, cometieron serios errores. Yo me pronuncié públicamente en
contra de la feria por el veto a Balseca, y cedí por la muerte de Dina Bellrham,
fui al homenaje, mi única visita, que rompió mi manera de pensar en solidaridad
con el grupo al que vi sufrir la pérdida de su compañera. Este año tengo un par
de intervenciones, no me gusta para nada el tema, he cedido para hacer una
intervención en el homenaje a Nela Martínez por mi experiencia personal y
cercanísima, daré un testimonio de la Nela que yo conocí, y la obra literaria
que valoré. Veremos qué ofrecen en todo lo demás.
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